viernes, 19 de octubre de 2012

Más Cristianismo

El padre Zanotti es un cura como los de antes: de rosario, sotana y confesión de sol a sol. Pero no es de esos sacerdotes  que parecen que tengan como un millón de años, la cadera rota y apenas se mantenga sobre el altar. Zanotti es un sacerdote joven que antes fue cantante y vivía una existencia cómoda y disipada en los cabarets de París y Montecarlo. Viéndolo podría pasar por uno de esos actores secundarios que, con su talento natural, salvan una escena desafortunada o reflotan una película mediocre.

            Pero, al contrario de lo que afirma el nuevo ateísmo militante, ni el dinero ni la fama producen felicidad vitalicia. A lo más que puede aspirar es a alquilar parcelas de ella a precio de oro, a lograr pequeñas conquistas del placer efímero que es como un muñeco que se pone en marcha girando una cuerda que llega a su tope muy rápidamente.

            El padre Zanotti llegó a su parroquia de Marsella como último recurso antes de que el vendaval de la secularización de una sociedad donde sólo el uno por ciento de los católicos eran practicantes, obligara a cerrar el templo, suspender el culto y quizás vender el inmueble a especuladores urbanísticos. Cuando se hizo cargo de la nueva parroquia, a las misas apenas asistían medio centenar de fieles, el edificio se deterioraba y la liturgia católica corría peligro de no volverse a celebrar en una zona de fuerte implantación musulmana.

            El nuevo cura entendió enseguida que la respuesta no era menos cristianismo, sino más cristianismo. Abrió las puertas de la iglesia durante todo el día, implantó la misa y el rosario diario, se paseó por las calles del barrio tomando café con todos, saludando a todos, escuchando a todos, católicos, musulmanes y agnósticos, y a todos les dio razones de la fe en Cristo. El resultado no puede ser más extraordinario. Ver su historia aquí.

                Para los que piensan que la Iglesia sólo logrará sobrevivir adaptándose a los nuevos tiempos y asumiendo las modernidades sacrílegas del mundo materialista que ya han hecho suyas muchas confesiones protestantes, los que quieren que prediquen una evangelio diluido y desfigurado, con resurrección y sin cruz, olvidan, en primer lugar, que esa misma Iglesia es la única que ha sobrevivido a dos mil años de bregar con todo tipo de enemigos muy peligrosos, desde fuera y desde dentro, desde las herejías a los imperios que quisieron y creyeron destruirla. Se olvidan también que ese cristianismo de rebajas cuyo testigo quieren pasárselo a la institución católica, lejos de atraer fieles, los ahuyenta. La misma Iglesia flirteó en Brasil durante décadas con la teología de la liberación, y  lo único que consiguió fue vaciar los templos de católicos y reclutarlos para las denominaciones pentecostales.

                Nada hay en la doctrina tradicional de la Iglesia que pueda ser cambiado sin traicionar a Cristo, porque, como Él ya lo proclamó. “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Esa convicción es la que ha permitido al padre Zanotti salvar una parroquia que iba a ser demolida.

2 comentarios:

  1. La Verdad no va con las modas y los tiempos, sobrepasa todo eso y se mantiene como lo que es.
    Un abrazo

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  2. Yo también publiqué sobre él hace dos días y lo que más me asombra es como, haciendo lo que debe hacer un sacerdote, haya levantado una parroquia a punto de ser abandonada y atraído a tantas personas al encuentro con Dios.
    Eso es lo que nos hace santos: hacer bien lo que cada uno tiene que hacer.
    Gracias por esta entrada

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