Señor, enséñame a hacer Tu
voluntad y no la mía. Arranca de este árbol viejo que soy cuantas raíces
amargas, cuantas hojas muertas, cuanta savia enferma me atan a un tronco herido
Yo
quisiera anular mis deseos y no ser yo quien decida sino Tú; no ser yo quien piense sino Tú. Yo quisiera
cerrar los ojos y, como un ciego, dejarme guiar sin resistencia por Ti sobra la
delgada cuerda de un trapecista que se tensa entre los dos extremos de un
abismo infinito.
Que
no me preocupe si hoy tendré pan caliente en mi horno y vino en mi mesa, porque
Tú eres el mayordomo que sirve y el granero que provee. Que no me angustie
quién pagará la cuenta, quién velará el sueño de los míos, quién protegerá mi
casa. Yo ya no quiero ser yo, sino Tú, no quiero vivir en mí, sino en Ti, no
quiero andar mis pasos sino los Tuyos. Despójame de toda atadura del
pensamiento, de toda angustia del corazón, rompe las cerraduras que me atrapan.
Aparta de mí, Jesús mío, las fantasías que envenenan, las codicias que encadenan,
todas las tretas de la imaginación, toda impaciencia y toda angustia. Enséñame
a caminar por Tu sendero y que las sandalias que calce me lleven siempre a
transitar junto a Ti, a pesar mío.
Es un modo idilico de vivir aqui en la tierra como se ha de vivir allá en el cielo. Pidamos esa Gracia para nuestras vidas y la de los demás.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pronuncio desde lo más hondo de mi corazón, y con el mismo sentimiento cada palabra de tu post. Un abrazo
ResponderEliminarApoyo, valoro, disfruto, y me identifico con cada palabra de tu post hermano, demos gracias a DIOS siempre, vivamos por el y para el. un abrazo
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