miércoles, 1 de septiembre de 2010


Un día, -nos cuenta la Madre Teresa de Calcuta- iba por la calle y me encontré con una niña que estaba tosiendo, y casi muerta de frío con un vestido roto y sucio. Pedía limosna con cara de hambre. Todos pasaban de largo. Aquel espectáculo me irritó y me hizo exclamar interiormente: “Pero ¿cómo Dios permite esto? ¿Por qué no hace algo para que esto no suceda?”. De momento la pregunta quedó sin respuesta. Pero por la noche, en el silencio de mi habitación, pude oír la voz de Dios que me decía: “Claro que hice algo para solucionar estos casos, te he hecho a ti”.

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